Soy real y soy de cuento

Hace ya unas semanas devoré un libro harto recomendado, famoso, llevado al cine y considerado una lectura «de cajón» tanto en el ámbito literario como periodístico.

A sangre fría, Truman Capote. Editorial Anagrama

A sangre fría, Truman Capote. Editorial Anagrama

«A sangre fría» es una de las novelas precursoras (junto con Operación Masacre de Rodolfo Walsh) del género de no ficción dentro de la literatura. La tradición periodística reconoce a Truman Capote, con un estilo que combina elementos literarios y periodísticos indistintamente y una exhaustiva investigación de primera mano, como el padre del Nuevo Periodismo. Evidentemente es un libro con una impronta, un cometido y una estructura interna de vanguardia para el momento en que el excéntrico periodista devenido en escritor lo concibió, y no menos impactante es el caso real que narra. Porque si bien está ficcionalizado, adornado y levemente reordenado, de eso se trata la ‘nonfiction novel‘: un suceso real da vida a una ficción marcada con el ineludible sello de la verdad.

Se trata de la historia del cuádruple asesinato de una respetable y próspera familia en un apacible poblado de Kansas, Estados Unidos. Los investigadores no encuentran el móvil de tan cruel matanza y los truculentos sucesos desatan la paranoia y el temor en todo el poblado. Contrariamente al perplejo inicial de  los investigadores, Capote nos dota a los lectores de un curioso privilegio: conocer a los asesinos desde las primeras páginas, lo cual excede el género policial clásico. A lo largo de las cientos de páginas que se suceden luego de esta prematura revelación, Capote traza un perfil minucioso de los asesinos a partir de la intensa investigación periodística a la que se abocó.

Unos primeros años turbulentos y una lamentable herencia familiar, sumado a numerosos y variados trastornos de la personalidad hacen en algún punto «comprensible» la saña asesina que Dick Hickcock y Perry Smith descargaron sobre la intachable familia Clutter, de la que nunca se arrepintieron más por incapacidad que por maldad. Los lectores acabamos conociendo a los asesinos al dedillo, mucho más que a las víctimas.

Capote capta con maestría dos realidades sociales antagónicas en la sociedad estadounidense: la de una familia profundamente religiosa, trabajadora, amable, con proyectos y dificultades, lo que se diría una familia común, como cualquier otra, que ve su vida repentinamente arrebatada y deshecha. La contracara son sus desaprensivos y errantes verdugos, cuyas vidas atravesadas por la enfermedad, el desprecio y una perversa soledad propician toda clase de delitos y atrocidades que son incapaces de comprender del todo.

Las dificultades para relacionarse sana y duraderamente con sus semejantes une las desdichadas vidas de Dick y Perry al tiempo que los enfrenta. Cunde entre ellos la desconfianza y los deseos de traicionarse, abandonarse, aniquilarse, pero permanecen juntos. Son perro y gato, agua y aceite; se aman y se odian por sus distintas concepciones de la vida, pero la desdicha los marca de igual manera y cargan con la misma culpa.

La novela es magistral: justificadamente extensa, repleta de detalles, nombres, días y horas, pero todo dato es necesario para el retrato que Capote quiere esbozar. «A sangre fría» tiene un dejo policial y mucho de semblanza y profundización en la psiquis de unos inescrupulosos bandidos y de una comunidad remota de pueblerinos que vieron vulnerada su apacible vida.

La variopinta realidad personal y social de Dick, Perry, los Clutter y los vecinos  que entran en tensión ¿no se asemeja a la que se percibe aun hoy cada vez que en los grandes y poderosos Estados Unidos de Norteamérica un individuo excéntrico y trastornado irrumpe en universidades, colegios o lugares públicos y arrebata vidas y futuros sin motivo aparente?

Debe ser dificil acostumbrarse a convivir con las masacres, los atentados, la locura asesina que ha proliferado en los Estados Unidos en los últimos años«A sangre fría» es uno de esos casos lamentables y paradigmáticos, narrado con la objetividad y profundización que merece.